El otro día estuve dando unas charlas
sobre periodismo de Sucesos/Tribunales en el Taller de Periodismo de
la Asociación de Prensa de Alicante. Había una niña, no más de 17
años, que me miraba con cara de extrañada. Quizá fui yo la que
provocó esa situación y es que empecé mi charla diciendo que esta
sección era la más dura, pero la más bonita. Y es cierto, la
relación con los 'maderos' o con los 'picapleitos' (en el mejor
sentido de la palabra, al igual que a los periodistas se nos dice
'plumillas') es complicada y difícil, pero ni nosotros podemos vivir
sin ellos, ni ellos sin nosotros. Es una especie de simbiosis, más
bien extraña.
Me preparé algo de teoría, pero horas
antes lo tiré todo a la papelera y decidí hablarles de mi
experiencia personal. De las interminables guardias en los juzgados
de Benalúa para que luego 'x' político solo te diga “déjame
pasar”; de mi primer día en la sección de Sucesos y cómo un
conocido juez de Alicante me tomó (literalmente) el pelo y me creí
su 'exclusiva' con la que iba a triunfar en este mundillo; o las
redadas a las dos de la madrugada por las calles desiertas de
Alicante.... Así hasta hora y media dándole a la lengua, porque estos
chavales preguntar más bien preguntaban poco y yo, otra cosa no
tendré pero 'xarraora' soy un rato.
Otra de las ideas que quise dejar
claras era que la sección de Sucesos/Tribunales no son solo muertos,
sangre, malos y malotes... Se pueden hacer reportajes de todo tipo.
Recuerdo un día con los boinas verdes en las montañas perdidas del
interior de la provincia de Alicante. (No viene al caso, pero
protocolo tienen un rato nuestros militares: tres reuniones previas
antes de irme con ellos.) A partir de ese report, el resto de medios
empezó a sumarse a esto de entrar en el mundo militar. Un amiguete
de ese mundillo me sigue diciendo que “eres la culpable (con
cariño, claro) de que tengamos tanto trabajo con los periodistas”
Cuando salí del Casino, me senté
junto a una palmera y me dije a mi misma: “Han pasado ya doce años,
joder cómo pasa el tiempo. Doce años y recuerdo algunos momentos
como si hubiesen ocurrido hoy mismo. Y si lo recuerdo así, es porque
esos momentos me han hecho muy feliz, en todos los sentidos, tanto en
el ámbito profesional como en el personal ”.
Días después me sucedió algo que me
dejó 'perpleja', o no quise reaccionar o no supe reaccionar. Durante
la charla recalqué varias veces a los chavales la idea de que “los
que trabajamos en la calle somos competencia, pero nunca enemigos”
y más en los tiempos que corren, que ya no sabemos ni para quien
trabajamos ni hasta cuando. Sea lo que sea, para mi mis compañeros
nunca serán ni competencia ni enemigos, y menos aún si su
integridad física corre peligro.
Lo dicho, no existe exclusiva que
merezca la pena traicionar a nadie!!!!
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