El otro día estuve unas seis horas de
guardia-patrulleo. Mi primera parada (un par de horas) fue en la
puerta de un garaje esperando que saliese por aquella puerta un señor
que durante varios años ha cobrado fielmente su nómina gracias a mi
también fiel paga de impuestos.
Si. Dos horas en la puerta de un
garaje. Dos horas mirando como se abría y cerraba esa puerta.
Cuentan los que se dedican a la prensa del corazón que durante sus
guardias a las puertas de la casa de algún famosillo les sacaban la
picaeta. A nosotros no nos sacaron la picaeta. A
nosotros nos esquivaron. No voy a juzgar a los que se dedican
a la prensa del corazón. Primero porque no puedo hablar de ellos
porque nunca he trabajado en ese ámbito y segundo porque esto del
Periodismo está tan jodío (en todos los aspectos), que ya no
sé lo que es serio o lo que no es. Lo que si que sé que estuve dos
horas con mi mirada incrustada hacía una puerta de un garaje. Si.
Dos carreras (siete años de estudio, se dice pronto) para sentirme
como la Patiño a las puertas de la Pera esperando a la
tonadillera. (cámbiese por sexo masculino)
Claro está que yo no era la única que
miraba aquella puerta. Una decena de compañeros hacían lo mismo.
Pero por allí ni estaba el tesoro, ni Alí Babá. De allí solo
salían vecinos que se iban a trabajar y veían como los flashes
les hacían tonadiller@s por un
día. Nos dieron el 'esquivazo'. Si, nos lo dieron. Somos los
'malos'. Los 'malos' no son ni los que roban, ni trapichean con el
dinero de un pueblo, ni los que engañan, ni lo que se chulean. Así
dicho como lo diría el 'populacho', pero si nos ponemos
serios podemos hablar de cohecho, prevaricación, malversación,
sobornos, etc, etc, etc. Claro está, siempre presuntamente y siempre
según fuentes policiales (no oficiales; en este caso las fuentes no
oficiales suelen ser más directas y claras que las sí
oficiales).Todos somos presuntos, aunque como me enseñó mi profesor
de Derecho a la Información (una gran persona y un gran
profesional... solo hay que ver la excelente labor que realiza la Audiencia
Provincial de Alicante) somos supuestos (o sospechosos) autores y se
cometen presuntos delitos, ya que en el primer caso hay indicios de
criminalidad pero no una causa judicial abierta, mientras que en el
segundo si que existen diligencias procesales pero no hay fallo de la
sentencia.
Somos los 'malos' y nos 'esquivan'
porque los periodistas somos 'moscardones', molestamos porque
preguntamos y porque decimos (o intentamos decir) a la 'plebe' la
verdad. Sí, la 'plebe', mayoría arrolladora en este país (y por
desgracia cada vez somos más). Cobramos diez veces menos (en el
mejor de los casos, porque como ya os he dicho antes, la profesión
está jodidísima) que los escoltados y los que son trasladados a
dependencias policiales (en un lancia con cristales tintados que me
esquivó en mis propios morros!!!)
Cambiábamos de siglo y un día llegué
a mi casa y le dije a mi madre: “Me voy a Elche. Quiero ser
periodista. Quiero contar la verdad. Quiero contar lo que pasa ahí
fuera. Y me fui”. Y aquí estoy contando lo que pasa, o por lo
menos intentándolo. Una amiga de la infancia me dijo el otro día
(ese día de la guardia) “No sé como podéis hacer esto. No os
envidio nada. Esto es agotador”. Pues esto, gracias a dios (a
Alà, o al ser supremo) no son todos los días igual. Hay otros quizá
peores. (referencia a la entrada Hoy me han amenazado)
Pero volvamos a mi guardia. Tras
'patrullar' las calles y aledaños de mi pueblo (dónde he crecido,
dónde he jugado, dónde he paseado, dónde me di mi primer beso y de
dónde me marché... y quizá de dónde me tenga que volver a
marchar) nos volvieron a dar el 'esquivazo' de una manera tan sutil y
tan sencilla, pero claro no todos podemos saltarnos los semáforos
(sin que nos vean, claro), no todos llevamos placa (aunque en mi
carné de la FAPE-Federación de Asociaciones de Periodistas de
España- se especifica: “ruega se facilite su trabajo
informativo”). Antes de ese esquivazo, y que nos dejó atónitos y
realmente perdidos (excelente trabajo policial, en este sentido de
dar esquivazo a la prensa), pude comprobar como los parajes naturales
de mi querido pueblo han cambiado. Y para bien. Los accesos a las
casetas (las típicas casas de campo) son verdaderas carreteras
comarcales. Las casetas no son casetas, son chaletazos ( no todas,
pero alguna sí).
Mi guardia acabó sentada en una acera,
en mitad de la calzada, frente a un consistorio (que deja mucho que
desear en todos los aspectos, en el arquitectónico también), con
medio bocata y una coca-cola porque eran las seis de la tarde y no
habíamos probado bocado (entonces deseaba ser la Patiño para
que me sacaran esa picaeta) . Un vecino (como yo, porque en
este caso además de profesional el tema me salpica por ser vecina)
se acercó más bien alterado y nos dijo (más bien nos gritó) “que
qué hacíamos allí. Que nos fuéramos”. Somos los 'malos',
primero nos esquivan y ahora nos echan de la vía pública.
Quiero defender el Derecho a la
Presunción de Inocencia y a una Tutela Judicial Efectiva (tanto para
la parte acusadora como acusada porque hasta que un juez no diga lo
contrario todos somos inocentes y porque además estamos hablando de
un derecho fundamental. Pero, todo tiene un pero, uno de los gurús
del Derecho Procesal Penal, José María Asencio Mellado (profesor
mío también... si es que no es bueno estudiar tanto, estudiamos y
sabemos y entonces surge el problema, no interesamos y nos etiquetan
de 'malos') dice en uno de sus manuales jurídicos que “la
presunción de inocencia no tiene aplicación alguna fuera del
proceso penal. NO es reclamable en relación con la vida privada, ni
con la imagen pública, ni con el honor. Por ello no es de aplicación
en el ámbito de la responsabilidad política, la cual, en su caso,
debe ampararse en otras leyes”. Al igual que existe el Derecho
a la Presunción de Inocencia también está el Derecho a la
Información, un derecho de todos y para todos, un derecho también
constitucional. Un derecho que se está perdiendo. Os remito a dicho manual donde se hace referencia a investigaciones de cargos públicos y acciones terroristas, las cuáles deber ser informadas porque en ambos casos el interés social así lo requiere (siempre y cuando no se obstruya la Justicia).
Y para rematar el día, tras nueve
horas corriendo, subiendo y bajando de coches, sin comer, pasando un
frío increíble... en definitiva patrullando la ciudad al estilo
Fary, caigo en los escalones del edificio del Pueblo (creo que
esos edificios son los consistorios) y aposento mi culo en ellos
porque para males mayores durante todo el día mis pies estuvieron
inmersos en unas plataformas, de esas que solo se ponen cuando una va
a estar sentada (nota aclaratoria: ese día libraba y quien me iba a
decir a mi que un lunes iba a ser tan ajetreado), y va y un empleado
público (también cobra de lo que yo y el resto de mis conciudadanos
'amoquinamos', y también cobra tres veces más que yo) me dice
“luego le dirás a tu jefe que has estado todo el día
trabajando. Anda que así trabajáis”.
Sabéis que os digo, que me voy a la
Pera que allí me dan la picaeta y no hay tanto morro como en este
pueblo mío, que por cierto es Ibi ese que se conocía por los sueños
de los más pequeños, ese dónde cuando yo era pequeña se
fabricaban juguetes. Ese que ya no sé lo es. Ese que ha perdido el
norte (y el sur)
PD (1): En el caso de los aparcamientos de
Alicante, implicado Alperi y Ortiz, estuve ocho horas sentada en el
suelo del Juzgado de Guardia de Benalúa (Alicante) para que uno de
los imputados me dijese dos cortas palabras, pero intensas: “te
apartas”. Ocho horas para un “te apartas”. Van dos historias
similares. Dos historias que no pintan nada bien, pero claro los
periodistas somos los 'malos' porque decimos la verdad. Creo que se
nos debería respetar un poquito más desde todos los ámbitos,
porque ejercemos nuestra labor desde la ética y deontología que
nos marca nuestra profesión, esa que otros se la saltan a la torera
y sin embargo tienen más derechos y van escoltados y no son los
malos.
PD (2): Ese día llegué a mi casa a las
23,00 horas desde las 11,00 horas. En mi estómago había: un café
con leche, medio bocata y una coca-cola. Mi cabeza estallaba de
dolor. Mis pies estaban doloridos. A pesar de todo eso, lo que más
me dolía era la injusticia de la justicia, lo injusto de lo justo.
Un trabajo bien hecho pero que a los ojos de muchos somos los 'malos'
por una sola razón, porque decimos la VERDAD (esa que nunca hay que
perder, ni olvidar, esa que debemos de cuidar y mimar)
Me ha gustado mucho. Escribes que da gusto leerte
ResponderEliminarMe ha encantado esta entrada en tú blog y no sólo porque yo creo que estuve allí, sino porque como dice Adrián, escribes de maravilla y lo que cuentas es como sucedió.
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