Tener
un estado de ánimo deprimido la mayor parte de la jornada (y casi cada día); una
disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer; una pérdida o
el aumento importante de peso o de apetito; insomnio o hipersomnia; agitación,
fatiga, pensamientos recurrentes de muerte, etc. Son solo algunos de los
síntomas de los episodios depresivos recogidos en el Manual de Psicología Criminal de Soria y Sáiz Roca. El episodio
depresivo se trata de un trastorno del estado de ánimo; debido a la pasividad y
apatía permanente, las personas que padecen este trastorno no suelen cometer
delitos hacia los demás, más bien se dañan a sí mismos (suicidio) para acabar
con el sufrimiento que padecen.
Las cifras son
escalofriantes: en 2011 se suicidaron en España 3.180 personas, según los datos
oficiales del INE (Instituto Nacional de Estadística). Los medios de
comunicación no informan de las muertes por suicidio (a no ser que se trate de
un personaje relevante de la sociedad). Los códigos deontológicos desaconsejan
su tratamiento por una simple razón: porque su ‘publicidad’ puede llevar a que
las cifras se incrementen por episodios de imitación. Pero ya no ocurre así y
es que los expertos han dado un toque de atención y relacionan el aumento de
suicidios con la crisis económica que azota a España. “La situación
socio-económica actual ha contribuido a la pérdida de sensación de seguridad y también
a disminuir las expectativas futuras de mejora pues se carece de medios
disponibles para lograr las metas que nos han inculcado socialmente. Esta
sensación de falta de control e incertidumbre lleva a que muchas personas
padezcan ansiedad y trastornos del estado de ánimo aumentando de este modo el
riesgo de suicidio”, señala Rosa García, psicóloga clínica. Sin duda, un drama
social.
Un
estudio, realizado por el Centro de Salud
Mental Dreta de l’Eixample (Barcelona), a 89 personas que intentaron acabar
con sus vidas concluye que en el 32,5% de los casos se debió a problemas
económicos; un 25,8% a problemas de pareja; un 19,1 a trastornos psiquiátricos
y un 11,2% por conflictos familiares. El estudio se llevó a cabo en 2011. Otra
investigación, más científica, que se está llevando a cabo en la actualidad en
Andalucía (en el Sur de España) revela que en más del 20% de los casos existe un
detonante económico en las muertes por suicidio. El análisis se está llevando a
cabo con más de 450 autopsias de suicidios (desde el año 2006) a través de
encuestas a familiares de los fallecidos. Aunque es cierto que aún y de manera
oficial no se puede relacionar el aumento con las crisis económica y es que las
cifras publicadas no recogen los datos de 2012, un año difícil en la vida de
los españoles.
Más de
6 millones de españoles sin trabajo; más de 2 millones de familias con todos
sus miembros desempleados; miles de familias que se han quedado en la calle
porque no han podido pagar sus hipotecas y les han desahuciado (solo en 2012,
la banca se quedó con 30.034 primeras viviendas por impago de los créditos,
una cada 15 minutos, según un estudio del Colegio de Registradores de España); más de un millón y medio de ciudadanos que se han quedado
sin sus ahorros de toda la vida por una estafa bancaria permitida por los
políticos (las conocidas Preferentes), y lo peor de todo: sin perspectivas de
mejora en el futuro inmediato. Son motivos suficientes para que una persona,
después de incrementar los síntomas -de los que hablábamos al principio- día
tras día, decida quitarse la vida. Esto es
lo que llevan meses alertando psicólogos y psiquiatras a la sociedad: La
crisis y el paro están haciendo mella en la salud mental de los españoles.
Y es que España
está en una situación que está agravada por un contexto de crisis que va más
allá de lo meramente económico. Son tan graves las consecuencias de la crisis
que hasta el propio Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), es decir el
Poder Judicial Español creara una estadística específica para los efectos de la
crisis en la justicia (en la que incluyen las cifras de ejecuciones
hipotecarias, concursos de acreedores, embargos o lanzamientos).
Artículo publicado en Criminología y Criminalística
No hay comentarios:
Publicar un comentario