La
primera parte del post Estados de Ánimo (I) se basa en cifras, pero
cuando se habla de personas humanas los números no deben ser tan fríos y vacíos
a la vez. No podemos hablar solo de datos cuando se trata de vidas humanas. El
suicidio es una de las muertes más dramáticas ( y no me refiero por los efectos
físicos). Cuando un ser humano padece una enfermedad lucha por curarse, pero en
estos casos es totalmente al contrario. Recientemente, el premio Pullitzer de
fotoperiodismo 2013, Manu Bravo, declaraba en una entrevista que “le aterraba
la gente triste, apagada y resignada” y no se refería al contexto de
la guerra, sino a la sociedad española. Para Bravo, que estuvo retenido por las
fuerzas leales a Muamar el Gadafi en una prisión militar en Trípoli, “nunca me
ha dado miedo que venga un pelamangos
y me robe. Si pasa, pasa. Pero entre las cosas que me aterran está que mi
hermana está en paro y se le va a acabar y a ver dónde se mete; ver a colegas
que llevan un año y pico igual, eso me mina la cabeza porque pienso: Voy a caer
yo también” (declaraciones extraídas de El País, 21 de abril 2013)
Desde
el punto de vista criminológico
¿qué se puede hacer? Considero –y que me corrijan los expertos- que el papel
del criminólogo es buscar información válida (a través de documentación existente,
entrevistas, estadísticas, comparaciones, entrevistas a familiares y afectados,
etc) para conocer el origen y los factores que intervienen en la conducta y
ofrecer conclusiones para que: tanto los expertos (psicólogos y psiquiatras) y
los que tienen la llave en su poder (banqueros y Gobierno) puedan ofrecer
soluciones a un problema tan en auge como son las depresiones agudas. La
Criminología se fundamenta en hechos, los estudia y saca conclusiones; no
podemos olvidar que su orientación es de carácter preventivo. Y estamos ante un
drama social cuya realidad se acerca más al aumento de los casos.
El domingo 27 de
abril, Luigi Preiti, 49 años, disparaba a dos policías e hería a una mujer
embarazada durante la ceremonia en la que los nuevos ministros del Gobierno de Italia juraban su cargo.
"Era un hombre lleno de problemas que ha perdido el trabajo, había perdido todo, tuvo que
regresar con su familia. Estaba desesperado", explicó el fiscal de Roma
(Italia), Pierfilippo Laviani, tras tomarle declaración. Preiti pretendía
suicidarse.
“Existe una
abundante contribución investigadora en la actualidad que ha centrado su
atención a los problemas de Salud mental asociados al desempleo. En la mayoría
de estos trabajos existe un acuerdo más o menos generalizado en cuanto a que el
desempleo suele conllevar un déficit en la calidad de vida de las personas y un
relativo alto riesgo de patología biopsicosocial. El trastorno depresivo suele
ser el más frecuente y el que se expresa como consecuencia más directa del
desempleo prolongado en el tiempo”, explica Rosa García. Para esta psicóloga
española “el empleo es psicológicamente bueno incluso cuando las condiciones
son malas”.
Hilda Marchiori, psicóloga
criminal, destaca en su libro ‘El Suicidio’, que es un “ comportamiento
intencional autodestructivo que se produce en todo tipo de sociedades y su
significado es una permanente interrogante familiar, social y cultural”. Es
aquí donde el criminólogo tiene que buscar las respuestas a esos interrogantes
para poner freno a un problema social en auge.
Artículo publicado en Criminología y Criminalística
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