Hace unos días leía un artículo que comenzaba así: “cuando de maldad se trata, el ser humano es capaz de lo más miserable y espantoso del repertorio de conductas que podemos encontrar en la naturaleza” 1(*). Entonces me vino a la memoria una frase que dijo un profesor en mis primeras clases de Criminología en la Universidad: “todos llevamos un asesino dentro, no lo alimentéis para que salga fuera”. Esas palabras me aterrorizaron nada más escucharlas, a pesar de que ya llevaba algunos años cubriendo la sección de Sucesos y Tribunales de diferentes medios de comunicación españoles y había estado en más de una situación desagradable.
¿Realmente llevamos todos un asesino
dentro? Me sigue aterrorizando pensar que pueda ser cierto, aunque solo se tratase
de un porcentaje mínimo en la sociedad. Alberto
Gil del Toro, un vecino de Valencia de 65 años y sin antecedentes (viudo y
padre de cuatro hijos, tenía graves problemas con el alcohol), acabó con la
vida de dos sus amigos el pasado 10 de mayo. Con ellos compartía horas y horas
en el bar de enfrente de su casa. Durante una discusión, el presunto homicida
(ya en prisión por dos presuntos delitos de homicidio tras prestar declaración
ante el juez) le espetó a sus ‘colegas’ que iba a ir a su casa a por la
escopeta y les iba a pegar un tiro. Dicho y hecho. Así fue. A sangre fría. 2(*) Pero, ¿qué pasa por la mente de una
persona para acabar con la vida de dos amigos? La mente puede llegar a ser
traicionera, irracional. La mente es tan complicada que cuando ‘algo’ no
funciona dentro de lo que consideramos ‘normalizado’ no se puede ofrecer una
medicación para su curación igual de rápido que si se tratase de una enfermedad
física. El doble homicida le dijo al juez que: "Los maté por burlarse de mí".
Entonces, ¿podríamos hablar de la teoría de la Frustración en el caso del
jubilado Alberto Gil? Podría ser. Para Agnew
o Merton, cuando los individuos
experimentan problemas como el fracaso social, la pérdida de cosas positivamente
valoradas, el abuso o la extrema pobreza, teóricamente buscan alivio o se
enfurecen. La conducta criminal es uno de los vehículos para aliviar semejante
angustia o para expresar la emoción ligada a ésta 3(*). Las teorías de la
frustración utilizan como término clave los estresores: el estrés provoca una
presión en la persona y el intento por reducirla puede llevar a la violencia
contra la fuente del estrés. La violencia es aquel intento, amenaza o uso de la
fuerza física con el propósito de infligir daño físico o psicológico en otra
persona.
La pregunta que se hacen ahora
muchos expertos de la psicología es si el estrés social provocado por la crisis
económica va a llevar a un repunte de la violencia en personas normalizadas sin
ningún episodio violento y sin haber nunca infringido la ley. Las urgencias
hospitalarias han visto incrementadas los ingresos de personas que están
sufriendo brotes psicóticos (explicado a grandes rasgos podría definirse como una
ruptura de la realidad de forma temporal y que cursa con ideas
delirantes y alucinaciones, generando alteraciones en el comportamiento y en la
afectividad). Según algunos estudios, el 10% de los brotes psicóticos
acaban en episodios violentos.
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1(*) El Depredador más cruel,
artículo publicado en el diario El Mundo (11 mayo 2013). La información
se refería al caso de Cleveland: tres jóvenes secuestradas durante 10
años y en el que han sufrido todo tipo de vejaciones físicas y
psicológicas.
2(*) Les recomiendo que lean la crónica del suceso, publicada en el diario Las Provincias (http://www.lasprovincias.es/v/20130511/sucesos/jubilado-ebrio-mata-personas-20130511.html)
3(*) Los Desarrollos teóricos de la Criminología. Charles R. TITTLE, Catedrático de Sociología de la Universidad del Estado del Norte de Carolina
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