Las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de España están preocupadas. No lo dicen
públicamente, pero están poniendo todos sus medios para acabar con un problema
social en auge: los robos con fuerza en viviendas 1(*). Durante el primer trimestre de 2013 se
han cometido un total de 33.782 robos a casas, un 6,1% más que en el mismo
periodo de 2012 (31.848), según refleja las estadísticas del Ministerio del
Interior 2(*).
Y es que unidades especiales se desplazan esporádicamente a los lugares más afectados
para combatir este tipo de criminalidad que preocupa, y mucho a los ciudadanos,
ya que no solo son víctimas económicas sino también, y más importante, víctimas
psicológicas.
No se
trata, en la mayoría de veces, de delitos de sangre, pero el daño psicológico
que padecen las víctimas es preocupante. La mayoría sufren estrés postraumático
(englobado en el trastorno de ansiedad). “Me
he puesto rejas en todas las ventanas. Mi casa es como una cárcel. Entro en mi
hogar y no me siento protegida, me siento rara”, explica una joven
(prefiere omitir su identidad) que fue víctima de un robo en su casa hace unos
meses. El DSM-IV-TR señala que existe estrés postraumático tras la aparición de
síntomas que aparecen tras un acontecimiento estresante y extremadamente
traumático, por lo que la víctima se ve envuelta en situaciones que suponen
peligro real para su integridad física.
El
hecho de saber que extraños han violado tu intimidad (tu hogar) con propósitos
nada lícitos aumenta la inseguridad, la desconfianza y el temor. Son las
sensaciones más comunes que padecen las víctimas de robos en sus casas, ya que
el hogar es el sitio donde las personas se sienten protegidas y seguras y si alguien
accede sin permiso y además de manera violenta, el miedo aparece en mayor
proporción, según señalan los expertos. La psicóloga Mercè Conangla
declaraba hace unos días en el periódico La Vanguardia que “no deja de
ser una violación del espacio íntimo, por tanto, se da rienda suelta a
emociones que en ecología emocional llamamos ‘caóticas’: la incertidumbre, la
indefensión, a veces rabia, sentimiento de injusticia, de pérdida de control”.
Un
estudio realizado en Suecia (Europa) realizado a 6.000 vendedores de comercios
reveló que: una experiencia violenta previa a un robo aumenta 2,5 veces
más el riesgo de desarrollar el trastorno de estrés postraumático después de
sufrir o presenciar el delito. Una de los síntomas de ese trastorno son las
alteraciones del sueño que pueden llevar a padecer enfermedades físicas. Las
víctimas son las principales olvidadas en los delitos (de todo tipo), de ahí la
victimización secundaria que padece toda víctima (pero este es otro tema para
tratar en otro post).
Quizá
las cifras sean demasiado frías y por esa razón he pretendido humanizar este
post a través de algunas historias reales:
- Tardaron varios meses en regresar a su casa de campo tras haber sido víctimas de un robo. Los ladrones se llevaron más de 5.000 euros en objetos de valor y si Pedro José Picó ya era bastante desconfiado, desde finales de 2011 lo es todavía más.
- La alicantina Mª Ángeles Martínez fue víctima de un robo en su casa hace unos años. Así lo recuerda: “Eran las dos de la mañana y escuché un golpe en la puerta del garaje. Pensamos (mi marido y yo) que el ruido procedía de la casa de un vecino. Como la televisión estaba puesta, los ladrones abrieron el coche y se sentaron para esperar que nos acostáramos y así entrar a robar. Por suerte un vecino volvía tarde de trabajar y observó la puerta forzada. Nos llamó al timbre varias veces y gritando alertó de que nos estaban robando. Los ladrones se percataron y huyeron. Vimos como tres hombres huían de mi garaje”. Para Mª Ángeles el suceso le provocó cierta sensación de inseguridad y semanas de “mal rollo”.
- Irene Vázquez trabaja desde casa. Una mañana, sobre las 12 del mediodía, le tocaron varias veces al timbre y pensó que eran comerciales de una empresa eléctrica para ofrecerle alguna oferta y optó por no responder. “Tocaron tres veces al timbre (dos al timbre de la entrada a la urbanización y una en la puerta de arriba). Me asomé a la ventana porque me extrañó tanta insistencia y de repente, mientras aún estaba asomada, empecé a oír ruidos en la puerta. Pensaba que estaban intentando pasar algún folleto por debajo de la puerta, pero entonces vi que estaban metiendo una radiografía entre el marco de la puerta, a la altura de la cerradura. Ocurrió todo en cuestión de segundos. Cuando me di cuenta de que estaban intentando entrar en casa, fui corriendo al estudio donde trabajo, cogí las llaves de casa porque no teníamos cerrojo y no habíamos cerrado con llave; estaba por el pasillo, a un metro de la puerta de casa, cuando abrieron la puerta de golpe. Eran dos hombres jóvenes, bien vestidos con ropa informal. Se quedaron paralizados al verme, supongo que pensaban que no había nadie. Pude verlos perfectamente, estábamos sólo a una distancia de un metro y casi me dieron con la puerta en la cara. Les grité que se fueran de mi casa y salieron corriendo. En seguida, cerré con llave y llamé a la policía. Incluso vi como iban corriendo por la acera y se subieron a una furgoneta gris, pero no pude ver la matrícula. Cuando llegó la policía ya no estaban”. Tras sufrir este episodio, Irene se ha vuelto más “cuidadosa”, aunque reconoce que ha modificado algunos de sus hábitos, no siente miedo en la actualidad (el intento del robo ocurrió en agosto de 2012). “Hemos puesto un cerrojo y siempre cierro con llave cuando estoy en casa. Vigilo a la gente que está en la urbanización y hasta cierro cuando voy en el coche, cosas que antes no me preocupaban. Ahora soy más consciente del peligro. Al principio tenía miedo, pero la policía me dijo que no van a volver por aquí por si los reconozco y que no debía preocuparme. Ahora siempre contesto cuando llaman al timbre y estoy atenta cuando oigo ruidos en el rellano. Está claro que esto me ha cambiado, pero, en general, no tengo miedo y tampoco me siento desprotegida. Simplemente, me ha llevado a ser cauta”.
1(*) Las estadísticas españolas incluyen en este tipo de delitos
no solo los domicilios habituales, sino también las casas de campo,
segundas viviendas, garajes, trasteros, patios, incluso los espacios comunes.
2(*) Este informe da cuenta de la
evolución de la criminalidad registrada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
del Estado, los Cuerpos de Policía dependientes de las diferentes comunidades
autónomas y, como novedad en este último balance, las infracciones penales
registradas por aquellos Cuerpos de Policía Local que facilitan datos de
criminalidad al resto de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
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