martes, 23 de abril de 2013

CRIMINOLOGÍA EN ESPAÑA (II)

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En las aulas de las universidades españolas hay cierto temor a terminar los estudios de Criminología. Los alumnos se preguntan que qué harán cuando terminen la carrera, cuál será su futuro laboral tras cuatro años de estudios específicos. Por ahora, poco se les ofrece más que (esperemos que pronto cambie) opositar para formar parte de algún cuerpo policial o funcionario de prisiones. Para la joven Estela Torres Rico (cursa en la actualidad el tercer grado de Criminología) el futuro es más que incierto y la ilusión de hace tres años cuando empezó a estudiar, desgraciadamente, ha dado un giro. “La mayoría de mis compañeros están pensando en la vía privada; otros en estudiar derecho y así complementar la carrera (porque por sí sola parece de poca utilidad, por lo menos en España) o bien optar por las oposiciones a policía. De manera que es una pena porque somos gente joven y preparada, pero el papel del criminólogo no está nada valorado aquí y me parece que como no nos movamos la ‘fábrica de criminólogos en paro’ no va a disminuir”, señala está joven de 22 años que estudia en la Universidad de Alicante (España).

Una de las soluciones profesionales sería un convenio con las Fuerzas de Seguridad para que policías y criminólogos pudiesen trabajar conjuntamente sin la necesidad de que los segundos fuesen policías. La vocación del criminólogo no pasa por portar un arma y patrullar las calles, sino por la investigación social, de ahí que el rechazo a las armas lleve a muchos licenciados en Criminología a desechar la opción de opositar. Además, el hándicap es que muchos policías también son criminólogos. A modo de ejemplo, cuando finalicé mis estudios nos licenciamos unas 80 personas, ninguno de nosotros (ninguno) ejercemos la Criminología sino que empleamos los conocimientos criminológicos adquiridos durante nuestra etapa de aprendizaje para aplicarlos en nuestra profesión de origen: los abogados, para temas penales; policías locales y guardias civiles, para un mejor funcionamiento de sus unidades; psicólogos, para sus casos clínicos; y los periodistas (pocos, todo hay que decirlo) para comprender mejor la crónica negra de nuestro alrededor, sus ‘por qués’ y sus ‘cómos’.
 
Tampoco es una idea ‘alocada’ la de pertenecer a las Fuerzas de Seguridad sin ser policía. En EEUU ocurre así y en España algún caso aislado existe (aunque es cierto que son colaboraciones esporádicas, muy puntuales para temas muy concretos). Además, las universidades están ofertando algunas de sus prácticas a los alumnos de Criminología en departamentos policiales (como es el caso de la Policía Local de Cartagena, Murcia).

Otra de las opciones es la dedicación universitaria. Un ejemplo lo tenemos en el Centro Crímina de Elche (Alicante), un centro específico para el estudio y la prevención de la delincuencia donde trabajan excelentes y reconocidos profesionales de la Criminología (juristas, criminólogos, psicólogos y policías). Les invito a que lo conozcan (www.crimina.es)

(*) Artículo publicado en Criminologia y Criminalística

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