lunes, 29 de abril de 2013

ESTADOS DE ÁNIMO EN TIEMPOS DE CRISIS (I)

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Tener un estado de ánimo deprimido la mayor parte de la jornada (y casi cada día); una disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer; una pérdida o el aumento importante de peso o de apetito; insomnio o hipersomnia; agitación, fatiga, pensamientos recurrentes de muerte, etc. Son solo algunos de los síntomas de los episodios depresivos recogidos en el Manual de Psicología Criminal de Soria y Sáiz Roca. El episodio depresivo se trata de un trastorno del estado de ánimo; debido a la pasividad y apatía permanente, las personas que padecen este trastorno no suelen cometer delitos hacia los demás, más bien se dañan a sí mismos (suicidio) para acabar con el sufrimiento que padecen.

Las cifras son escalofriantes: en 2011 se suicidaron en España 3.180 personas, según los datos oficiales del INE (Instituto Nacional de Estadística). Los medios de comunicación no informan de las muertes por suicidio (a no ser que se trate de un personaje relevante de la sociedad). Los códigos deontológicos desaconsejan su tratamiento por una simple razón: porque su ‘publicidad’ puede llevar a que las cifras se incrementen por episodios de imitación. Pero ya no ocurre así y es que los expertos han dado un toque de atención y relacionan el aumento de suicidios con la crisis económica que azota a España. “La situación socio-económica actual ha contribuido a la pérdida de sensación de seguridad y también a disminuir las expectativas futuras de mejora pues se carece de medios disponibles para lograr las metas que nos han inculcado socialmente. Esta sensación de falta de control e incertidumbre lleva a que muchas personas padezcan ansiedad y trastornos del estado de ánimo aumentando de este modo el riesgo de suicidio”, señala Rosa García, psicóloga clínica. Sin duda, un drama social.

Un estudio, realizado por el Centro de Salud Mental Dreta de l’Eixample (Barcelona), a 89 personas que intentaron acabar con sus vidas concluye que en el 32,5% de los casos se debió a problemas económicos; un 25,8% a problemas de pareja; un 19,1 a trastornos psiquiátricos y un 11,2% por conflictos familiares. El estudio se llevó a cabo en 2011. Otra investigación, más científica, que se está llevando a cabo en la actualidad en Andalucía (en el Sur de España) revela que en más del 20% de los casos existe un detonante económico en las muertes por suicidio. El análisis se está llevando a cabo con más de 450 autopsias de suicidios (desde el año 2006) a través de encuestas a familiares de los fallecidos. Aunque es cierto que aún y de manera oficial no se puede relacionar el aumento con las crisis económica y es que las cifras publicadas no recogen los datos de 2012, un año difícil en la vida de los españoles.

Más de 6 millones de españoles sin trabajo; más de 2 millones de familias con todos sus miembros desempleados; miles de familias que se han quedado en la calle porque no han podido pagar sus hipotecas y les han desahuciado (solo en 2012, la banca se quedó con 30.034 primeras viviendas por impago de los créditos, una cada 15 minutos, según un estudio del Colegio de Registradores de España); más de un millón y medio de ciudadanos que se han quedado sin sus ahorros de toda la vida por una estafa bancaria permitida por los políticos (las conocidas Preferentes), y lo peor de todo: sin perspectivas de mejora en el futuro inmediato. Son motivos suficientes para que una persona, después de incrementar los síntomas -de los que hablábamos al principio- día tras día,  decida quitarse la vida. Esto es lo que llevan meses alertando psicólogos y psiquiatras a la sociedad: La crisis y el paro están haciendo mella en la salud mental de los españoles.

Y es que España está en una situación que está agravada por un contexto de crisis que va más allá de lo meramente económico. Son tan graves las consecuencias de la crisis que hasta el propio Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), es decir el Poder Judicial Español creara una estadística específica para los efectos de la crisis en la justicia (en la que incluyen las cifras de ejecuciones hipotecarias, concursos de acreedores, embargos o lanzamientos).

Artículo publicado en Criminología y Criminalística

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