miércoles, 19 de junio de 2013

No se lo pongamos tan fácil con nuestros silencios porque se lo estamos poniendo a 'huevo'

 


A veces pienso cómo son las reuniones a puerta cerrada de los ‘mandamases’ de este país. Me imagino que se tienen que tronchar (de risa) pensando en los ciudadanos a la hora de aplicar los recortes, esos que están lapidando todos los derechos sociales que nuestros abuelos consiguieron para sus generaciones venideras.

Llámenme drástica, exagerada o lo que gusten pero estoy convencida de que no les tiemblan las manos a la hora de firmar 'decretazos' donde la sanidad deja de ser sanidad; donde la educación deja de ser educación; donde los derechos laborales se esfuman y un largo etcétera. Dentro de unos años, me temo que no muy lejano en nuestros días, quien precise de una prueba médica se la tendrá que pagar de su bolsillo si quiere hacérsela; los que ahora son niños y quieran estudiar, como sus padres no dispongan de un ‘colchón’ económico su paso por las aulas será más que fugaz; y los que trabajen (en el caso de que quede algo de trabajo: hoy mismo el FMI ha dicho que hay que abaratar despidos y bajar sueldos) estarán a las órdenes de los caciques del S.XXI.

Y sí. Digo que se tronchan porque saben que sus crueles decisiones tienen enfados de un abrir y cerrar los ojos; en ocasiones algunas manifestaciones (no masivas) de unas horas, algunas pegatinas y camisetas en la ciudadanía de protestas… pero lo que mejor se nos da, los cabreos en la barra del bar. Ellos saben que la idiosincrasia de este país es otorgar y callar y mientras tengamos un euro para tomarnos la cervecita, los problemas no importan, y menos si los afectados son los de al lado.

Son duras estas palabras, pero estoy enfadada con la sociedad, con mi sociedad. Les explico. El otro día salí a la calle para que los ciudadanos (de donde soy oriunda) diesen su opinión sobre el recorte en el horario del servicio de ambulancia (noticiarelacionada). Aún rondan por mi cabeza respuestas tales como “estoy sin peinar. ¿Cómo voy a salir en un vídeo?” o “paso poco tiempo aquí, no me afectará”. ¿A caso cuando necesite una ambulancia le importará si su bello cabello está o no sin peinar? ¿se parará a pensar en su peinado o en el tiempo que tardan en acudir a auxiliarle? y si pasa poco tiempo por aquí (porque tiene una segunda residencia a pie de playa) recuerde que cuando de desgracias se trata, éstas no miran donde está usted, si aquí o allí.

Hace unos meses un amigo (sabio, muy sabio él) me decía: “mientras los problemas afecten a los otros y no a uno mismo, pasamos de largo. ¿Para qué ayudar y apoyar? ¿Para qué hacer fuerza y unión?” (el muchacho lo decía con ironía, claro) Y así ocurrió con Pedro: con sus ahorros atrapados en preferentes estuvo durante más de dos meses a las puertas de la CAM reclamando su dinero. Día sí y día también iba a verlo (primero como profesional, luego ya como ciudadana). Pues bien, algún que otro vecino se paraba y preguntaba, pero les puedo asegurar que eran demasiados los que pasaban de largo, incluso se reían y cuestionaban su acto pacífico de protesta (incluso gente afectada por el mismo problema).

Y olé, olé, paellita y toros. Y los problemas, mientras no me toquen a mi, para que protestar. Demasiados recortes y los que quedan por venir (porque esto no ha terminado aquí, que les quede claro), por lo menos ejerzamos nuestra derecho de libertad de expresión; por lo menos que nos oigan y que sepan que estamos VIVOS y que cuando firmen sus 'decretazos' inhumanos sepan que ahí fuera hay PERSONAS y no simples números para las estadísticas del INE. Eso sí, no se lo pongamos tan fácil con nuestros silencios porque se lo estamos poniendo a 'huevo', como dirían los adolescentes.






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