martes, 2 de julio de 2013

¿HABLAN NUESTROS OJOS? ¿Y NUESTRA MIRADA? Y ¿LA BOCA…? (I)

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¿Hablan nuestros gestos? ¿Qué dicen? ¿Podemos saber si una persona miente analizando solo su lenguaje no verbal? En el proceso de la comunicación, lo hablado es aproximadamente un 35% del total, mientras que lo que no decimos con palabras pero sí con nuestra actitud (los gestos o la mirada) es el 65%. A través del análisis de las microexpresiones podemos saber qué expresamos o qué sentimos. Algunos ejemplos:

Desviar la mirada: estamos recordando; mantener la mirada: no necesita recordar; cejas oblicuas: tristeza; levantar la barbilla: muestra vergüenza; pupilas dilatadas: miedo o ira, también relacionado con la excitación sexual; arrugas en los ojos al reír: sonrisa real; dar un paso hacia atrás: mentira (ni uno mismo se cree lo que está diciendo); arrugar la boca con los labios juntos: mentira (no se confía en lo que se está diciendo); tocarse el cuello: mentira; arrugar la nariz: sentimiento de repugnancia; hablar con tono bajo: tristeza y/o ansiedad; levantar cejas: sorpresa real…. Y un largo etcétera.

Un solo indicador no muestra si una persona miente o no, sino que hay que analizar la conversación/movimientos en general y es la unión de varios indicadores los que concluyen si lo que se dice es verdad o mentira.

Una microexpresión es una momentánea e involuntaria expresión facial mostrada en el rostro de las personas de acuerdo con las emociones percibidas. Suelen ocurrir en situaciones con un alto riesgo, donde la persona tiene mucho que ganar o perder y son de muy corta duración: con un intervalo entre 1/25 a 1/15 de segundo. Expresan siete emociones universales: asco, enojo, miedo, tristeza, felicidad, sorpresa y desprecio. Fueron descubiertas por Haggard y Isaacs en su estudio (de 1966) mientras escaneaban películas y cintas de sesiones psicoterapéuticas, buscando indicaciones de comunicación no verbal entre paciente y terapeuta.

Varios estudios señalan que en la latencia de respuesta (es decir, el tiempo que ocurre entre la pregunta y la respuesta) no se tarda más tiempo en responder porque se esté mintiendo, solo pasa si la mentira es espontánea (no premeditada). Y es que, como decía un profesor mío, una buena mentira es muy complicada de construir ya que la mente tiene que ir tan deprisa que los movimientos del cuerpo no pueden seguir a la mente. El problema de cuando una persona miente es que tiene que inventar muchas mentiras y recordarlas luego.

Y sí, nuestro cuerpo habla. Y no solo es utilizado por profesionales de la psicología o Fuerzas de Seguridad a la hora de analizar a ciertos delincuentes, sino que las grandes empresas (sus departamentos de Recursos Humanos) utilizan el lenguaje no verbal a la hora de seleccionar a su personal. Un consejo, cuando vayan a realizar una entrevista de trabajo nunca se sienten en la orilla del asiento, ni crucen los brazos.

Nuestro rostro no es hermético o no debe serlo. Hace unos años se criticó mucho a una presentadora de informativos (en España) porque su rostro tenía la misma expresión siempre, daba igual si hablaba de una fiesta o de un accidente con víctimas mortales. Nuestras movimientos entienden de emociones y esas emociones se ven reflejadas en nuestro rostro. Nuestra mirada no es igual si estamos hablando de felicidad que si hablamos de tristezas.

En el post (2) de ¿Hablan nuestros gestos?, trataremos (como siempre, de forma breve y con estudios y opiniones de expertos) el ‘caso Bretón’ y su comportamiento no verbal.

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