Una de las
optativas que tuve durante la licenciatura de Criminología fue Intervención
en crisis y respuestas al trauma de las víctimas y de los profesionales. Estos
días ha ocurrido una desgracia en España (concretamente en Galicia: un
accidente ferroviario que se ha cobrado, por el momento, la vida de 79 personas
y otros 177 heridos (de ellos, aún están en estado crítico 22 personas) (1).
Es en estos sucesos donde se aplica la Intervención en crisis, que tiene que
ser inmediata y por eso varios equipos de psicólogos se desplazaron hasta el
lugar de los hechos (2) (la intervención también es duradera en el tiempo a través de terapias y
sesiones, acompañadas de medicación).
Víctimas directas,
indirectas y población en general van a tardar mucho tiempo en poder borrar de
sus mentes el drama humano ocurrido el pasado 24 de julio, vísperas del patrón
de Galicia: Santiago Apóstol. En los siguientes posts, intentaré analizar –como
siempre de forma breve- la terminología, las consecuencias psicológicas
derivadas de este hecho, así como la respuesta que deben dar los profesionales
(entre ellos los criminólogos) a las víctimas.
¿Qué es un trauma? Es una reacción
psicológica derivada de un suceso traumático que provoca la pérdida de
dignidad, la integridad del Yo o de la seguridad en nosotros. Un trauma aparece
tras un acontecimiento negativo, intenso, brusco, inesperado, incontrolable,
desconocido e inhabitual; una situación que pone en peligro la integridad
física y/o psicológica de una persona; la persona es incapaz de enfrentarse a
ese suceso, que le produce intensas emociones de terror e indefensión. Incluso,
y según el profesor de la Universidad de Alicante (UA, España), Pascual S.
Hilario Meca, “existe una falta de
respuesta psicológica adecuada para enfrentarse al suceso”.
Los sucesos
traumáticos más habituales no intencionados
son accidentes (de tráfico o choque de trenes) o catástrofes naturales (como
los incendios). El otro tipo, son los intencionados:
terrorismo, torturas o secuestros, entre otros; estos últimos son más difíciles
de superar, más duraderos, agravan el trauma y provocan la aparición de
sentimientos de ira y venganza.
Decenas de
voluntarios (no pertenecientes a las Fuerzas de Seguridad ni a los Servicios
Sanitarios), personas anónimas, población que estaban en sus casas o en sus
trabajos fueron los primeros en atender a las víctimas del accidente
ferroviario. Estas personas, que también son víctimas indirectas, están
empezando a sufrir patologías como el estrés
agudo debido a la Traumatización
vicaria, es decir, el impacto del trauma en la persona que ayuda a la
víctima. Para la psicóloga de Emergencias, Miriam González, se trata de “reacciones normales tras presenciar un
acontecimiento anormal o catastrófico”. Al igual que las primeras 24 horas
en una enfermedad física son esenciales, las primeras 24 horas emocionales son
claves para que la víctima pueda afrontar un hecho de una manera u otra. “Nuestro cerebro tiene que asumir lo antes
posible la realidad para dar respuestas positivas”. Hay que aceptar la
información, por muy dura que sea y salir del estado de negación y aceptar que
la vida ha cambiado. La teoría es sencilla, pero la práctica no tanto. ¿Cómo se
le explica a una madre que ha perdido a su hijo/hija de 20 años? ¿Cómo se le
explica a un hombre que su futura esposa, con la que se va a casar en menos de
48 horas, que ha fallecido en el accidente? ¿Cómo se explica a 79 familias que
sus seres queridos han fallecido en un trágico accidente? ¿Cómo?
En estos casos las
estrategias de afrontamiento positivas son esenciales en los sucesos
traumáticos. A medio-largo plazo: la aceptación del hecho y resignación,
compartir el dolor y la pena, la reorganización del sistema familiar y de la
vida cotidiana, la recognitivización positiva del suceso, establecer nuevas
metas y relaciones, búsqueda de apoyo social o implicarse en grupos de
autoayuda. Y a corto plazo, la función de los profesionales es escuchar a las
víctimas, darles consuelo, que no se sientan solos ni atrapados en una ‘jaula’
por los recuerdos del pasado. Un abrazo, un beso. Un hombro donde llorar. Es
difícil, y más en un accidente de estas características donde las imágenes son
permanentes, los recuerdos presentes, así como la sobreinformación (mucha de
ella innecesaria) que aportan o difunden los Mass Media.
Las Fuerzas de Seguridad,
que suelen tener una preparación específica para afrontar situaciones de riesgo
y dramas/tragdias, también pueden sufrir episodios de estrés diferido provocado
por la anestesia. Este tipo de estrés, a largo plazo, tiene consecuencias
perjudiciales. Algunos casos se han dado en el 11S (los atentados del World
Trade Center de Nueva York) o el 11M (los atentados de Atocha, en Madrid). El
estrés diferido aparece en porcentajes elevados en los soldados a su regreso a
casa después de una guerra. En el accidente ferroviario de galicia, algunos
policías han declarado que “lo que allí vieron, nunca se borrará de sus
cabezas”.
En la segunda parte
del post, hablaremos de las fases del duelo y el método Kübler-Ross (a las 23.00 horas España; 15.00 horas México)
(1) Información sobre el suceso: http://ccaa.elpais.com/tag/accidente_ferrocarril_santiago_de_compostela_2013/a/
No hay comentarios:
Publicar un comentario